sábado, 22 de enero de 2011

Juan Sánchez de Aranda…

Tenemos muy abandonados a nuestros Arandas…, vamos a tener que tomar más en serio la labor si queremos ir conociéndolos un poco más.

Y no es que se me haya olvidado que tenemos muchos temas de los que hablar sobre ellos, pero hay uno que me lleva  de cabeza…el árbol genealógico y como colocarlo para que sea fácil de entender. Porque si bien hay arboles enrevesados, el nuestro, el de los Aranda, no es de los que menos.  Con ramas que se cruzan unas con otras, una y otra vez. Pero seguro que encontraremos el modo de ponerlo por aquí…

Pero he llegado a la conclusión de que mientras resuelvo eso, podemos seguir hablando sobre nuestra familia. Así que después de este pensamiento en voz alta, sigamos  conversando…

Nos habíamos dejado ya al castillo de La Mota, frontera con el reino de Granada,  conquistado por las tropas de Alfonso XI, allá por el año 1341. Una de las actividades prioritarias era la repoblar el territorio y designar nuevas autoridades que lo dirigieran. Los elegidos para ello, y esto  resultaba evidente, fueron los que más se destacaron en el asedio y conquista de la fortaleza. Y entre ellos, pues los ya conocidos Pascual Sánchez y su yerno Pedro Fernández de Aranda.

batalla medieval

Pedro se afincó en Alcalá la Real con sus cuatro hijos: Juan, Gonzalo, Andrés y Juana.

Juan, que era el mayor,  tomó el apellido de su abuelo Pascual. Así que nos ha llegado a nosotros con el nombre de  Juan Sánchez de Aranda. Tenía 21 años cuando participó en el asedio y, también como él, fue un adalid real, es decir,  jefe de las tropas del rey. Debido a su larga vida, llegó a conocer el reinado de hasta seis reyes de Castilla.

Murió, nada más ni nada menos, que con noventa y tres años, algo inusual y extraordinario si tenemos en cuenta la esperanza de vida de la época, que apenas pasaba de los cuarenta. Lo convulso del momento, y con tanto reinado por el que transitó en su vida, hizo que tuviera ocasión de participar en múltiples episodios bélicos, por lo que el rey Juan I le concedió la Orden de la Banda, de la que comentaremos algo el próximo día.  Hoy nos detendremos en otros asuntos…

Siempre me ha gustado la descripción física que hace de él uno de sus nietos:  …Fue hombre grande de cuerpo y de miembros y guesos gruesos, y de grande fuerza, y animoso… Es una semblanza que con el paso de los siglos aún es aplicable a muchos de los Arandas que conocemos.

Dentro de sus obligaciones como adalid estaban las de juzgar los debates que surgían entre la tropa, no solo en cuanto a la organización, sino en lo referente a los botines de de guerra y su reparto. Ello le obligaba al estudio de las leyes, que se ratifica en otra frase que se decía de él…Fue savidor de las Partidas e Leyes del Fuero…  y que hacían referencia al código legal dirigido por Alfonso X y que fue la base de la legislación de Castilla durante siglos.

Alfonso X

Cuando decidió casarse, o le decidieron, porque ya conocéis algo de como se hacían estos asuntos en la época, lo hizo en la cordobesa ciudad de Baena, y con Urraca Alonso de Porras. Hubo cierta queja con la dote que ella llevaba al matrimonio, ya que sus herederos la consideraban algo escasa, a pesar de los rebaños de vacas y ovejas con los que llegó. Y así se dijo de manera explícita …dote harto moderado para hija de tan grande señor,  y aora vemos a cada paso personas de más vaja condizión las lleva,y aún en más cantidad… 

Y como no podía ser de otra manera en alguien así, los caballos fueron algo muy importante en la vida de cualquier señor de la época porque, además de medio de locomoción, eran un arma de guerra y un signo de distinción social. Y Juan no podía apartarse de esa norma. Cabalgó casi hasta el final de su vida, y cuando murió, allá por el año 1.413, lo enterraron en la capilla principal de la Iglesia de Santa María.

iglesia abacial

Cómo veis en la foto superior, perteneciente a la iglesia abacial situada en el interior de la fortaleza a la que asedió en su juventud,  No fue el único al que agradó la idea de ser enterrados en tan sagrado lugar, y con un espacio tan reducido y con tanto peticionario, acabaron bastante hacinados y juntitos en su espera del Juicio Final...