viernes, 25 de noviembre de 2011

La casa de los Pickman, pero la puerta es de los Aranda…

Si paseas por los jardines de Murillo, bordeando los Reales Alcazares de Sevilla, sientes una rara atracción hacia ese laberinto de calles que se deja entrever y que te encamina al interior del barrio.

Nada más y nada menos que el famoso y, tantas veces, cantado  barrio de Santa Cruz, la antigua judería de la ciudad.  Al caminar por la calle Lope de Rueda, una calle pequeña y estrecha como es norma en el barrio, escondida hasta tal punto que si te distraes pasas de largo, una fachada singular se retrae, cómo tímida, para pasar desapercibida...Y lo consigue muchas veces.

45d-51 Fachada del Palacio de los Pickman

Es la fachada de la casa de los Pickman, una familia originaria de Liverpool y que, en Sevilla, encontró fama y prestigio gracias entre otros negocios a la fabrica de loza y porcelana de La Cartuja.  Pero no deja de resultar chocante al paseante  esa fachada tan ricamente ornamentada en un lugar tan recóndito.

Pero a  veces ni se está donde debiera, ni se es lo que parece, ni le nombran como se llama…

…Porque aunque la casa sea de la familia Pickman, la fachada es del palacio de los Aranda, en Úbeda (Jaén), y mandada construir por Pedro de Aranda y María de Molina allá por el siglo XVI.

45d-53 Detalle del balaustre de la portada

Dentro del estilo plateresco, la fachada se divide en dos cuerpos. El inferior, con un arco de de medio punto formado por grandes dovelas radiales, está flanqueado por dos columnas corintias coronadas por un entablamento decorado con figuras fantásticas.

En la parte superior, se abren dos ventanas separadas por un balaustre completado con decoración heráldica de leones rampantes y bustos de barbudos. En la parte superior cierra el conjunto otro entablamento en cuyo centro aparece una cabeza infantil.

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El ventanal orlado de arandelas

Rodeando al conjunto de ventanas un detalle de ornamentación muy ligado a nuestro apellido, las arandelas.  Esos círculos que en diferentes formatos y variantes suelen aparecer en no solo en blasones, si no que, como veis en esta ocasión, en adornos constructivos. Una manera más de hacer notar el linaje. ..

 

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Detalle de la puerta de madera con sus aldabas y goznes

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Bollos de Aranda

Hace ya un tiempo, cuando comenzamos a comentar asuntos relacionados con el apellido Aranda, hicimos una parada en el entorno gastronómico y nos referimos a las tortas de Aranda.

Pues bien, hace unos días, hojeando un libro de repostería cuya autora es Mari Monterrubio, y  que ya con su título de  Postres fáciles y ricos, augura una preparación sencilla y una degustación deliciosa, me encontré una receta que atrajo mi atención: Los bollitos de Aranda.

Y aquí tenéis  sus ingredientes y cómo se prepara:

Manteca de cerdo, 200 grs.

Yemas de huevo 3

Harina, 400 grs.

Vino de Jeréz, 1 copa

Zumo de una naranja

Una cucharadita de canela molida

Azucar glas.

bollos 2

Para prepararlos, primero hay que batir bien la manteca de cerdo e ir añadiendo las yemas, después el jeréz, el zumo y, por ultimo, el azúcar.

Al final se incorpora la harina y mezclarlo todo bien. La masa resultante se estira con la ayuda de un rodillo de madera hasta dejarla con un espesor de 1 cm.

Después se recorta esa masa en redondeles con la ayuda de un cortapastas, y si no tienes ese artilugio, siempre se puede usar como sustituto  la boca de  un vaso redondo.

Una vez que ya tenemos esas formas redondas, las colocamos en una bandeja y las ponemos a cocer en el horno a una temperatura moderada, en torno a los 170 ºC durante  unos 15 o 20 minutos.

Una vez horneado, solo queda  espolvorear con el azúcar glas y…

…¡¡ Buen provecho ¡¡

sábado, 15 de octubre de 2011

Premoniciones…

¿Alguna vez te has despertado después de soñar con algo, o con alguien, y se ha cumplido ? ¿O, simplemente, has tenido esa sensación extraña en forma de presentimiento que te invade cuando estás ante alguna incidencia de la vida cotidiana?
Dicen los entendidos en la materia, que no hay una base científica que avale dichas premoniciones. A lo sumo, lo remiten a explicaciones tan dispares en su número, como tantos son los que han tratado el tema.
Pero hay algo evidente. Este asunto de los sueños premonitorios no es nuevo y, a veces, quienes los tuvieron  los han legado  por escrito para compartir con nosotros su temor o su incapacidad para comprenderlos.

 premoniciones1
Hace algún tiempo me encontré con unos de estos sueños compartidos por  nuestros Aranda, María, hija de Juana Sánchez de Aranda:

...la cual le acesció este presagio o mal agüero y cosa de admirazion, y por tal diré aqui. y es que una noche estando acostada, soñava ella que los moros matavan a su esposo en el campo, ensu presenzia que lo veya matar.

Del qual sueño,toda despavorida, disperto llorando. y como el dispertase y preguntase porque llorava, contole el dicho sueño. Otro dia por la mañana , los moros vinieron a correr por Priego, y dado el rebato, aunque fue importunado y rogado, assí por su esposa, como por el alcayde y por todos los que supieron el sueño, que no saliese...

Como podéis imaginar no hizo caso y se empecinó en salir ya que pensaba que, de no hacerlo, podría alguien pensar que era un cobarde y crédulo de sueños de mujeres.

El como era hombre de animo, pareziendole que era flaqueza y mostrar que creía en sueños todavía, quiso salir en los delanteros...

El final de esta historia seguro que os la imagináis …

Y suvida su esposa en el adarve de la fortaleza, y parada entre las almenas para verlo ir, los moros llegaron tan zerca que ante sus ojos, viendolo ella, mataron a lanzadas a su esposo…


Intentando buscar un nexo lógico entre sueño premonitorio y su posterior realidad cumplida, este era de aquellos en los que podría ser más simple y racional entrar en el terreno de su justificación.

En una época tan impulsiva y belicosa como la de los siglos XV y XVI, soñar con el fallecimiento de alguien durante el combate, no podríamos tomarlo más que cómo una comprensible  preocupación por el bienestar de los seres queridos llevada al terreno de los sueños. Una eventualidad que la experiencia diaria hacía realidad con mucha frecuencia.

408VISO-THYSSEN-92.
En otras ocasiones, esos sueños premonitorios eran bastante extraños. Cuesta trabajo encontrarles un sentido, por lo que al final quedamos casi tan atribulados como sus protagonistas.

Así, Sancho de Aranda nos cuenta el suyo, aunque sin saber muy bien que pudo haber significado:

dire de otro sueño que a mi me acontezio y vide luego dispierto muy cumplido, aunque no muy limpio…

…El año de veinte y nueve  (1.529) estando yo enfermo de esta misma pasión de melancolía ( depresión) soñe una noche al sueño del alba que venia un gran alano sobre una alana hembra en el coito natural.  Y luego, en lebantandome, antes de acavarme de vestir, parandome a un aventana de enzima la  puerta, bide en la calle baja, forntero mi cassa, estar los mismo alanos, de la misma forma que soñado avía…

 Tan extrañado y sorprendido quedó que no supo hallar explicación alguna, así que decide achacarlo a un intervención demoníaca para hacerlo pecar.

…De do proceda esto no lo se; Dios lo save, pero pienso yo que el espiritu maligno que siempre procura de hazer errar a los hombres y alcanza a saver algunas cosas que estan por venir, trae y acarrea semejantes sueños para que pequen haziendoles creer en ellos…

Como es un sueño bastante extraño me puse a preguntar a quienes dicen saber de interpretaciones. Y casi todos han coincidido.Así que, o todos estudiaron los mismos libros, o la interpretación que dan es la más acertada. Y para no hacer muy larga la explicación, todos hicieron referencia a necesidades sexuales no satisfechas, pero que dado que los alanos son perros de caza, afirmaban que significaban relaciones ilícitas peligrosas.  Así que mejor no entrar en terreno tan peliagudo…

En fin,  ahí tenéis los sueños y si teneis curiosidad o sabéis de estos temas o conoceis de alguien que pueda aclararlos, hacedmelo saber…

viernes, 30 de septiembre de 2011

Un león en el escudo…

Cuando hablamos de la historia de un apellido, tarde o temprano surge inevitablemente un tema: El escudo del linaje o el escudo del apellido…

Y si nos centramos en nuestros Arandas, podemos encontrar muchas variantes sobre escudos relacionados con el apellido. Pero antes hay que hacer una puntualización. Los escudos concedidos a un linaje son eso, de un linaje, de una rama familiar de ese apellido, y si no somos descendientes de ese linaje no tenemos el derecho a usar su escudo de armas. Y para saberlo el único camino es una concienzuda labor de investigación.

¿A qué viene esto? Pues verás, mirando el escudo que aparece en la cabecera del grupo de facebook noté algo en falta. Todo lo que allí aparecía era cierto, y ya iremos viendo que significa, pero faltaba algo…el león.

Todo escudo de armas se forma con una serie de particiones, llamados cuarteles, que son a su vez escudos independientes y que corresponden a concesiones que a lo largo de la historia se le van concediendo al linaje.


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Una vez precisado esto, sigamos con lo del león que da título a estas líneas.

Allá por la mitad del siglo XV tenemos a Fernando de Aranda que, aunque también participó en algunas acciones en tiempos de los Reyes católicos, fue durante el reinado de Enrique IV cuando alcanzó más notoriedad. Aunque sus coetáneos eran conscientes de su valía, también le tachaban de tener a veces la lengua demasiado larga “…algo descalabrado del cerebro en el dezir y hablar. Tanto que dezía algunas vezes …yo quito reyes y yo los pongo ”.

A pesar de estas bravuconadas, no se le podían negar sus habilidades negociadoras, ni sus méritos en el campo de batalla, donde acudía con un buen número de soldados bajo su mando. Esas acciones le valieron algún regalo del rey, como aquella ocasión en la que le regaló 3 varas de seda de terciopelo morado y ocho de paño de Brujas, aunque no tenga demasiada certeza a cuento de qué.

Pero es en un documento de fechado el 7 de diciembre de 1.467, cuando el rey plasma sus reconocimientos por los servicios recibidos de su vasallo:

“ Don Enrique, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Toledo… por hazer bien e merced a vos, mis leales vasallos,los del linaje de Aranda, vecinos e naturales de la Muy Noble e Leal çibdad de Alcala la Real por los buenos e leales servicios que me aveis fecho e hazeys de cada dia e hizieron vuestros antepasados guerreando con la lanza en la mano contra los moros, reçibiendo muertes e cabtiverios y derramando mucha sangre…

…tengo por bien que agora y de aqui adelante para siempre jamas vos y vuestros hijos y los que de vos y dellos vinieren podades traer en vuestras armas un leon de las mias…

…porque es razón que los que lealmente aman y siempre sirven a la Corona real, de aquella reçiban merçed e onra, y por esta mi carta vos apruebo por leales y limpios …”


El documento sigue y sigue en esos términos tan ampulosos y rimbombantes, pero pienso que sería pesado transcribirlo completo, y más cuando considero que lo esencial, la concesión del leon real para el escudo familiar ya está descrita. No obstante, si tenéis curiosidad por leer el documento completo, está a vuestra disposición.

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El lugar donde se coloca el léon o leones pues varía en las diferentes versiones que hay del escudo. Ocupando una mitad como en el que vemos más arriba. O con dos leones rampantes apoyados sobre la torre del puente como aparece en esta fot0 de un escudo de Aranda de Duero.


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Pero de todas las versiones que he visto hasta ahora, me seguiré quedando con la que aparece a continuación. Es una copia de un escudo encontrado en el derribo de una casa hace unos años …

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Y para terminar, cuando se tratan estos temas de escudos de linaje y glorias pasadas, y para mantener los pies en el suelo, suelo acordarme de una frase que Cicerón dejó en una de sus obras:

“... No es en nuestro linaje, sino en nuestras acciones,

donde debemos buscar el lustre de nuestros apellidos...”

miércoles, 14 de septiembre de 2011

The Morning Line

Benjamin Aranda

No, no te has equivocado…estás en la página donde cuando tengo un poco de tiempo intento contarte algo sobre los Aranda. Pero pienso, y espero que me des tu opinión sobre esto, que además de conversar sobre cómo le fueron en sus vidas a nuestros Arandas que vivieron hace siglos, no vendría mal tampoco escribir algo sobre aquellas personas que en nuestra época tambien llevan ese apellido.

Bien, pues en ese contexto se sitúa esta foto con esa extraña estructura metálica…

Hace unas semanas paseaba por Viena, cerca del palacio Belvedere, y al entrar en una plaza que conmemora al ejército ruso, una  suave música llamaba mi atención y hacía que dirigiera la mirada hacia una extraña estructura ubicada junto a la fuente.

Se puede pasear por dentro para contemplar como se ensamblan sus piezas en un extraño orden, y hubiera seguido mi ruta vienesa si no me hubiera fijado en el cartel que informaba sobre ella:

The Morning Line, se llamaba aquella obra, y era idea de Matthew Richard y …ahí saltó la sorpresa…Aranda/Lasch & Arup AGU.

¿Qué hacía un Aranda ligado a tan extraña obra en una plaza vienesa?

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Pues resulta que este Aranda, Benjamín de nombre, es un arquitecto de Nueva York, que junto con su socio Chris Lasch investiga en su estudio sobre materiales y estructuras para aplicarlo posteriormente en sus edificios.

Y consecuencia de esa investigación es esta obra que fue presentada en la  3ª Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Sevilla que se celebró en el 2.008.

Mide 20 metros de ancho, por 8 de altura, y está basado en una forma a la que Benjamín y su socio llamaron “bit” (dicen que basado en un tetraedro, pero por muchas vueltas que le he dado no conseguí ver el parecido). El caso que es una pieza que puede ampliarse o disminuirse en su escala, con lo que las posibles estructuras son innumerables.

Despues de su presentación en Sevilla, ha ido itinerando por diversas ciudades que quería contar con esta obra. Así ha visitado Estambul, Venecia, y ahora Viena, donde estará hasta finales de noviembre.

Así que si algún día en uno de tus paseos por alguna ciudad te topas con esta extraña figura, ya sabes, en su diseño trabajó un Aranda que cambió el metal de las espadas de sus antepasados para darle forma como arte…

sábado, 5 de marzo de 2011

La Orden de la Banda

Estaba el rey Alfonso en Burgos, allá por el año 1.368, cuando se le ocurrió la idea de crear una distinción para aquellos que cumplieran determinados requisitos. Fray Antonio de Guevara, un inquieto monje franciscano, en una de sus obras allá por el siglo XV, nos la describe así:

“…Llámanse caballeros de la Vanda, porque traían sobre sí una correa colorada, ancha de tres dedos, la cual a manera de estola la echaban sobre el hombro izquierdo, y la annudaban sobre el braço derecho.

No podía dar la vanda sino sólo el rey, ni podía ninguno rescebirla si no fuese hijo de algún caballero, o hijo de algún notable hidalgo, y que por lo menos hubiese en la Corte diez años residido, o al rey en las guerras de moros servido…”

No sé en que estaría pensando el rey cuando se le ocurrió instaurar esta distinción entre los más meritorio de sus vasallos, pero leyendo algunas de sus obligaciones, casi parece que intentaba recrear esos pasajes de leyenda que tantas veces hemos visto en las películas sobre el rey Arturo y sus compañeros de la Tabla Redonda.

“…Mandaba su regla que fuese obligado el caballero de la Vanda a tener buenas armas en su cámara, buenos caballos en su caballeriza, buena lanza en su puerta y buena espada en su cinta, sopena que si en algo de esto fuere defectuoso, le llamen en la Corte, por espacio de un mes, escudero, y pierda el nombre de caballero…”

Tampoco tenía muy en cuenta en el entorno geográfico en qué se movían ni la capacidad económica de los galardonados con este reconocimiento regio que en muchas ocasiones basaban su economía en una agricultura y una ganadería que no siempre daba los beneficios que se esperaban.

“…Mandaba su regla que el caballero de la Vanda entre  semana se vistiese de paño fino y las fiestas sacase sobre sí alguna seda, y las pascuas algún poco de oro, y e medias calças y truxese botas, fuese obligado el maestre de se las tomar, y a los pobres dellas limosna hacer…”

Eran numerosas las  indicaciones de como debían desenvolverse en el día a día, y dudo, después de leer los comentarios de autores de la época, que esas reglas más típicas de una novela caballeresca que de una sociedad que estaba un día si y otro también enfrascados en contiendas de diverso calado, fueran compatibles con ese dechado de virtudes cortesanas que se les pedía.

“…Mandaba su regla que si algún caballero de la Vanda topase en la calle con alguna señora que fuese generosa y valerosa, fuese obligado de se apear, y de la ir acompañar, sopena que perdiese un mes de sueldo y fuese de las damas desamado…

…Mandaba su regla que ningún caballero de la Vanda fuese osado de comer cosas torpes y sucias, es a saber: puerros, ajos, cebollas, ni otras semejantes vascosidades, sopena que el tal no entrase aquella semana en Palacio ni se asentase a mesa de caballero…”

Pues bien a este tipo de obligaciones, y otras muchas más del mismo estilo, estaban obligados aquellos a los que el Rey distinguía con la pertenencia a la Orden de la Banda. Y no me imagino a nuestro Juan Sanchez de Aranda, como a otros muchos de nuestros Arandas que también obtuvieron esa distinción, con todas las tribulaciones y peripecias que tuvieron que afrontar en su vida de frontera guardando esas composturas caballerescas y palaciegas.

A pesar de las buenas intenciones del monarca que la creó y de sus sucesores que fueron premiando con ella a sus súbditos más destacados, la Orden de la Banda fue decayendo por el gran número de caballeros que la fueron obteniendo, pero sobre todo hubo dos motivos que incitaron aún más su decadencia, el que se le concediera a algunas mujeres como el que también fueran sus destinatarios muchos caballeros sin fortuna.

Así que si estabas pensando colocar ese reconocimiento real en tu tarjeta de visita, porque sin duda por ser descendiente de estos Aranda, estás más que habilitado, tengo que darte una mala noticia. La Orden de  la Banda por ese desprestigio en el que se hundió a finales del siglo XV se consideraba ya extinta.

viernes, 4 de febrero de 2011

Juan Sanchez de Aranda, al servicio del Rey

Desempeñar el cargo de adalid real tenía sus buenas compensaciones, ya que en tierra de fronteras el mandar las tropas suponía un poder y una notable influencia en los territorios bajo su vigilancia. Pero también tenía unas contraprestaciones de difícil evasiva. Así que cuando el rey llamaba, había que acudir o poner una excusa muy convincente si no querías despertar el enfado real.

Y si, por un momento, Juan llegó a soñar que tras la conquista del Castillo de La Mota le esperaban años de cierta tranquilidad, y  que solo lo perturbarían las escaramuzas con el reino de Granada, la realidad pronto le hizo poner los pies en el suelo.

Estamos a mediados del siglo XIV y los reyes castellanos, además de sus lides guerreras con los reinos moros del sur de la península española, tenían también otros intereses cuando en algún reino vecino  la dinastía flaqueaba y cabía la posibilidad de anexionar nuevos territorios. Y eso fue lo que ocurrió cuando, en 1383, fallece el rey portugués Fernando I.

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Juan I de Castilla

  En Castilla reinaba entonces Juan I. Se había casado con Beatriz, hija del difunto monarca portugués, así que el castellano comenzó a ilusionarse con ampliar sus territorios hasta alcanzar las costas atlánticas. Pero  no contó con la resistencia de parte de la nobleza portuguesa que lo ultimo que deseaba era la unión con el reino Castilla donde perderían mucha influencia. Así que decidieron nombrar a su rey que,  coincidencias de  la vida, fue coronado también como Juan I y al que se le añadió el titulo de Gran Maestre de la Orden de Avis.

Juan I de portugal

Juan I de Portugal

En este estado de cosas, entre Juanes andaba el juego y el enfrentamiento estaba servido. Juan I de Castilla que quería más territorios, y Juan I de Portugal que no quería dar su brazo a torcer y perder los suyos.

Dudo que a nuestro Juan Sánchez de Aranda le hiciera mucha gracia la llamada del rey castellano. Porque a pesar de lo avezado en las luchas fronterizas, sus sesenta años debían ya pesar lo suyo como para irse a cientos de kilómetros de su ciudad a guerrear. Pero la llamada del rey era inexcusable.

Así que con algunos de sus hombres se encaminó a engrosar las tropas de Juan I a una guerra que terminaron perdiendo. Porque los portugueses ante la invasión de sus territorios contraatacaron decididos y propinaron un severa derrota a las tropas castellanas en la batalla de Aljubarrota. Y con ello se acabaron las alegrías expansionistas de Juan I de Castilla, ya que además de quedarse  casi sin ejercito, fue obligado a firmar una larga tregua.

Batalla de Aljubarrota - 02

La batalla de Aljubarrota

Pero a pesar del mal trago de la derrota, Juan volvió con la satisfacción de haber obtenido algún beneficio.

Nos cuentan las crónicas que estando en tierras castellanas, cerca de Salamanca,  se habían asentado las tropas cerca de una pequeña aldea, Barbadillo,  a la que habían puesto sitio. Al amanecer, junto con su escudero Juan Alonso  y un paje decidieron dar una vuelta por los alrededores por si descubrían algún movimiento de tropas entre los cercados. Cada uno de ellos llevaba una lanza, aunque el paje, ya sabes, cosas de las diferencias sociales, iba a pie. Cuando llegaron a una colina   divisaron algún trasiego junto a las puertas de la villa.

Eran algunos de los habitantes que, aprovechando esas primeras horas, y suponiendo un menor peligro, sacaban a un nutrido rebaño de vacas cerca del adarve para que pastaran. Al ver aquello, algo pasó por la mente de Juan, que dejó al escudero en lo alto de la colina con la lanza bien alta, y a la que le había anudado un trozo de tela que llevaba al cuello para abrigarse del frescor matutino.  Desde lejos, daba la impresión de ser un estandarte.

Corriendo al galope en dirección al ganado, señor y escudero, consiguieron llegar hasta donde estaban el ganado, y sin ningún impedimento, y observando la perplejidad de los de la ciudad se llevaron las vacas.

Pero lo que pasaba por las mentes de los cercados era que les tendían una artimaña para conseguir entrar a la ciudad, ya que al ver en la cercana colina lo que para ellos parecía una bandera, pensaron en un nutrido grupo de atacantes, cuando en realidad solo era el paje con la lanza clavada en el suelo.

Al final la estratagema de Juan Sánchez de Aranda sirvió para el regocijo de sus compañeros de armas y para que el rey lo felicitara y le diera en propiedad las reses conseguidas con las que inició un próspero rebaño.

Se cuentan sobre él más historias de este tipo en las que se evidencia su astucia y valor, “animoso”, también  es la palabra con la que le definen en las crónicas de la época. Ese buen hacer que demostró a lo largo de su vida y del que se sirvieron los muchos reyes a los que sirvió fue recompensado con una distinción honorífica, La Orden de la Banda. Pero de eso hablaremos el próximo día…

sábado, 22 de enero de 2011

Juan Sánchez de Aranda…

Tenemos muy abandonados a nuestros Arandas…, vamos a tener que tomar más en serio la labor si queremos ir conociéndolos un poco más.

Y no es que se me haya olvidado que tenemos muchos temas de los que hablar sobre ellos, pero hay uno que me lleva  de cabeza…el árbol genealógico y como colocarlo para que sea fácil de entender. Porque si bien hay arboles enrevesados, el nuestro, el de los Aranda, no es de los que menos.  Con ramas que se cruzan unas con otras, una y otra vez. Pero seguro que encontraremos el modo de ponerlo por aquí…

Pero he llegado a la conclusión de que mientras resuelvo eso, podemos seguir hablando sobre nuestra familia. Así que después de este pensamiento en voz alta, sigamos  conversando…

Nos habíamos dejado ya al castillo de La Mota, frontera con el reino de Granada,  conquistado por las tropas de Alfonso XI, allá por el año 1341. Una de las actividades prioritarias era la repoblar el territorio y designar nuevas autoridades que lo dirigieran. Los elegidos para ello, y esto  resultaba evidente, fueron los que más se destacaron en el asedio y conquista de la fortaleza. Y entre ellos, pues los ya conocidos Pascual Sánchez y su yerno Pedro Fernández de Aranda.

batalla medieval

Pedro se afincó en Alcalá la Real con sus cuatro hijos: Juan, Gonzalo, Andrés y Juana.

Juan, que era el mayor,  tomó el apellido de su abuelo Pascual. Así que nos ha llegado a nosotros con el nombre de  Juan Sánchez de Aranda. Tenía 21 años cuando participó en el asedio y, también como él, fue un adalid real, es decir,  jefe de las tropas del rey. Debido a su larga vida, llegó a conocer el reinado de hasta seis reyes de Castilla.

Murió, nada más ni nada menos, que con noventa y tres años, algo inusual y extraordinario si tenemos en cuenta la esperanza de vida de la época, que apenas pasaba de los cuarenta. Lo convulso del momento, y con tanto reinado por el que transitó en su vida, hizo que tuviera ocasión de participar en múltiples episodios bélicos, por lo que el rey Juan I le concedió la Orden de la Banda, de la que comentaremos algo el próximo día.  Hoy nos detendremos en otros asuntos…

Siempre me ha gustado la descripción física que hace de él uno de sus nietos:  …Fue hombre grande de cuerpo y de miembros y guesos gruesos, y de grande fuerza, y animoso… Es una semblanza que con el paso de los siglos aún es aplicable a muchos de los Arandas que conocemos.

Dentro de sus obligaciones como adalid estaban las de juzgar los debates que surgían entre la tropa, no solo en cuanto a la organización, sino en lo referente a los botines de de guerra y su reparto. Ello le obligaba al estudio de las leyes, que se ratifica en otra frase que se decía de él…Fue savidor de las Partidas e Leyes del Fuero…  y que hacían referencia al código legal dirigido por Alfonso X y que fue la base de la legislación de Castilla durante siglos.

Alfonso X

Cuando decidió casarse, o le decidieron, porque ya conocéis algo de como se hacían estos asuntos en la época, lo hizo en la cordobesa ciudad de Baena, y con Urraca Alonso de Porras. Hubo cierta queja con la dote que ella llevaba al matrimonio, ya que sus herederos la consideraban algo escasa, a pesar de los rebaños de vacas y ovejas con los que llegó. Y así se dijo de manera explícita …dote harto moderado para hija de tan grande señor,  y aora vemos a cada paso personas de más vaja condizión las lleva,y aún en más cantidad… 

Y como no podía ser de otra manera en alguien así, los caballos fueron algo muy importante en la vida de cualquier señor de la época porque, además de medio de locomoción, eran un arma de guerra y un signo de distinción social. Y Juan no podía apartarse de esa norma. Cabalgó casi hasta el final de su vida, y cuando murió, allá por el año 1.413, lo enterraron en la capilla principal de la Iglesia de Santa María.

iglesia abacial

Cómo veis en la foto superior, perteneciente a la iglesia abacial situada en el interior de la fortaleza a la que asedió en su juventud,  No fue el único al que agradó la idea de ser enterrados en tan sagrado lugar, y con un espacio tan reducido y con tanto peticionario, acabaron bastante hacinados y juntitos en su espera del Juicio Final...