jueves, 13 de mayo de 2010

En tierras de frontera…

Nos habíamos dejado a nuestro fugado de la Justicia, en tierras de frontera con los reinos moros del sur de la Península Ibérica y, acogiéndose a los privilegios que la condición de homiciano le proporcionaba.
       Allí, en la ciudad de Martos, se casa con una mujer de la que solo nos ha llegado su apellido, Zayas. Y con ella tuvo al menos un hijo, conocido como Pedro Fernández de Aranda, con lo que llegamos a nuestro actual apellido desde aquel Romero de las ya lejanas tierras castellanas.

Peña de Martos

Peña de Martos con su castillo en la cima   

Este cambio pudo deberse a un intento para borrar a sus descendientes las huellas de un pasado oscuro, circunstancia que, sin embargo, luego fue usada como un mérito del linaje, aunque en su momento lo justificaron como un recuerdo y un referente al lugar de procedencia.
     La tradición también narra, basándose en comentarios transmitidos de generación en generación, que pudo haber algún hijo más y que este mantuvo el apellido inicial de Romero, fundamentando esa tesis en los numerosos habitantes que en la zona aún llevan ese apellido. Pero desconocemos, si eso llegó a ocurrir así,  el porqué a uno de los hijos se le cambió el apellido y al otro no.
       Pero entrando ya de lleno con nuestros Arandas, porque ya el antiguo apellido apenas volverá a aparecer, llegamos a un momento a partir del cual las noticias que nos llegan no son tanto basadas en las tradiciones orales y transmitidas de padres a hijos, sino aquellas  anotadas en la numerosa documentación que de la época se guardan en los archivos históricos. Eso sí, tampoco hay que creerse a pie juntillas todo lo que allí se escribe.
      Pues bien, sigamos con este Pedro Fernández de Aranda ya afincado en tierras jienenses y en continua vigilia frente a sus adversarios moros. Se nos casó con la hija de Pascual Sánchez, adalid de las tropas de la ciudad y del que hablaremos el próximo dia, y con ella tuvo cuatro hijos, tres varones, Juan Sánchez de Aranda, Gonzalo Fernández de Aranda y Andrés Fernández de Aranda, y una hija, Juana Sánchez de Aranda.
      Y te aseguro que con las andanzas tanto de ellos, como de sus descendientes vamos a tener conversación para rato, porque si el entorno que tenían era propicio para ello, no lo era menos que tampoco se andaban por las ramas ni eran reticentes a la hora de  meterse en conflictos.

Pero todo eso lo iremos viendo poco a poco.

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