Pronto, y continuando con nuestra saga familiar, nuestros Romero comenzarán su particular diáspora y dejarán atrás la ciudad que dio lugar al apellido. Por eso pienso que antes de que eso ocurra, sería obligado una pequeña referencia a esta ciudad...
Su posición geográfica como lugar de paso entre el centro y el norte de España, le ha propiciado históricamente un destacado valor estratégico. A su vez, el rio Duero que le da nombre, vértebra geográficamente una comarca que ocupa el sur de la provincia de Burgos y en cuyo centro de esa vega se encuentra nuestra ciudad: Aranda de Duero.
Se habla que esa comarca pudo estar poblada desde unos 2.000 años antes de Jesucristo, pero que no llega a tener una población estable hasta que se asientan en torno a las orillas del rio, los arévacos, una población de origen celta bastante belicosa, y que, por cierto, se las hicieron pasar bastante mal a los romanos hasta que estos consiguieron meterlos en cintura. Para esta gente, lo de morir de enfermedad era una auténtica afrenta, así que buscaban afanosamente la gloria muriendo en combate, y hasta allí los acompañaban también sus mujeres, que por lo que cuentan los que de esto saben, también les iba la marcha de la guerra por lo que recibían el correspondiente adiestramiento para la contienda.
Pero no será hasta el reinado de Ordoño I, un rey asturiano de la segunda mitad del siglo IX, cuando Aranda de Duero se convierta en un asentamiento estable de población y con un marcado carácter militar, ya que tenía como misión la defensa de uno de los muchos puentes construidos a lo largo de su historia pero que, también debido a las guerras, acababan siendo destruidos.
Ya a partir del siglo XIII, Aranda adquiere identidad propia, y se integra con Sancho IV en el reino de Castilla. Los siguientes soberanos como Pedro I el Cruel, le conceden privilegios, e incluso Enrique IV el Impotente, la convierte en residencia de su Corte.
No sé porque, y haciendo un inciso en el devenir de la ciudad, me da la impresión de que ese alias de Enrique IV te ha llamado la atención,o incluso has esbozado una sonrisa perpleja. Te contaré de carrerilla de donde procede el mote. Esa impotencia perpetua que se le achacaba, más bien era una impotencia "selectiva". Vamos que solo le ocurría con su esposa, Doña Blanca de Navarra.
El resultado es que, alegando todo eso, y no sé qué encantamientos de los que era sufridor, consiguió anular su matrimonio y, poco después, casarse con quién él quería, su prima Doña Juana de Portugal, con quien tuvo, ya al parecer sin demasiados problemas, una hija.
Pero cómo a Enrique IV nos lo vamos a encontrar muchas veces y en relación a las peripecias de nuestros Aranda, ya seguiremos charlando de él y sus circunstancias.
Continuando de nuevo con nuestra ciudad, a partir del siglo XV se inicia una etapa de desarrollo centrada en la agricultura y la producción vitivinícola.
En la actualidad, mantiene esa importancia que le da la elaboración del vino, integrado en la denominación Ribera del Duero, y junto a una destacada producción industrial que la convierte en uno de los puntos más importantes de la actividad económica de la región.
Su población rebasa ya los 33.000 de arandinos y arandinas, que es como se conoce a sus habitantes.
Y creo que ya está bien, ¿no te parece? y si quieres saber más sobre la ciudad, ahí puedes leer algo más sobre ella.
Seguiremos…
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